Potes
Resuelta la “avería” de la Caracola, vuelvo a la carretera con la ilusión de retomar mi viaje hacia el norte de la península. Me dirijo hacia un lugar donde las montañas verdes dan cobijo al Destino Camperàlia que busco, os hablo del Camping San Pelayo, en Potes.
A última hora de la mañana tomo la AP-1 rumbo a Potes. Elijo una ruta de interior que me lleva por la CL-627, donde dejo el cártel de Cervera de Pisuerga, en el corazón de la montaña Palentina. Transito por una carretera estrecha con firme desgastado que me conduce a un punto donde las montañas se estrechan formando un cañón que amenaza con engullirme y que me lleva hasta Mirador de Piedrasluengas, ubicado en el Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña, en plena cordillera Cantábrica y a 1300m.
En el parking me encuentro con varias furgonetas y alguna autocaravana y me conmueven las hermosas vistas que ofrece de los picos de Europa, Peña Labra, el pico Tres Mares, el de Cuchillón, el valle de Liébana y el de Valdeprado. Esto lo supe gracias a una fotografía con una leyenda que lo explica a la perfección. Sin duda un lugar para detenerse unos minutos y respirar con tranquilidad los aires montañeses.
Al dejar atrás el mirador el paisaje cambia por completo y se nota la entrada en tierras Cántabras por la CA-184. Continúo hacia mi destino rodeada de paisajes que emulan los Alpes dejando a mi paso varios pueblos pequeños que parecen estar pintados sobre un manto verde como Lerones, Cabezón de Liébana y Frama, hasta que llego a Potes. Decido continuar mi ruta y regresar más tarde a visitarlo.
Sobre medio día llego al Camping San Pelayo donde me esperan Francisco y Marta, quienes con amabilidad me reciben. Son quienes se encargan de continuar la tradición familiar que, hace más de 20 años solo era la idea de unos amigos, y en la actualidad se mantiene en pleno funcionamiento con un lleno total.
Francisco, pese al elevado ritmo de trabajo, se ofrece a darme un tour por las instalaciones y disfruto del ambiente veraniego con los niños divirtiéndose en la piscina, que es todo un privilegio por el solo hecho de disfrutar de las vistas hacia la montaña.
Las parcelas con sombra y césped me invitan a instalarme. “En cada parcela hay toma de electricidad gratuita y la toma de televisión, con vía satélite, y conexión wifi gratuitos, en todo el camping”, comenta Francisco. Nos dirigimos a los baños y me sorprendo al escuchar música en su interior. Francisco sonríe y responde: “todos los lavabos están dotados de hilo musical, calefacción y agua caliente”. Además las mascotas son bienvenidas y eso me gusta aún más.
Dejo plantada la Caracola y me dispongo a seguir la recomendación de Marta, quien me sugiere hacer una ruta de senderismo cercana al Camping que bordea el río Deva y está a la sombra durante la mayor parte del trayecto. No puedo evitar sumergirme en las gélidas aguas y, tras refrescarme y un avituallamiento, regreso al camping donde comeré.
La comida es excelente, casera y con productos de la tierra. Me decanto por un chuletón que está espectacular. Tras una pequeña siesta a la sombra de los árboles. Decido continuar con las recomendaciones de Marta y me dirijo hasta Potes, la capital del municipio, ubicado en el centro de la comarca de Liébana donde confluyen los ríos Deva y Quiviesa.
En su parte antigua observo puentes, callejuelas, caserones con blasones y hermosos puentes. Sigo unas escaleras en descenso que me llevan a un paseo a orillas del río que bien merece ser recorrido. Al regresar al pueblo disfruto del intenso movimiento turístico y la gran oferta de productos locales.
Marta y Francisco me habían contado de algunos de los productos de la zona. Me decanto por seguir sus sugerencias y adquiero los quesos de oveja y cabra de la Quesería Baró, una quesería artesanal de venta directa que está muy cerca del camping. También me hago de la miel de Colmenares de Vendejo, producida con dedicación por Rubén Varona. Ambos productos totalmente recomendables. Lamenté no haber podido coincidir con ellos y que me contasen la historia de sus productos.
De regreso al camping decido descansar y dejo para la mañana siguiente el resto de atractivos que ofrece la zona como el Monasterio de Santo Toribio. Lugar de peregrinación porque custodia la reliquia del Lignun Crucis (Leño de la Cruz) que, según historiadores, “corresponde al brazo izquierdo de la Santa Cruz” y por donde pasa el Camino Lebaniego hacia Santiago de Compostela.
A pocos kilómetros también se encuentra el Desfiladero de la Hermida, el desfiladero de mayor longitud de todo el territorio español por donde fluye el río Deva que, en algunos tramos de este trayecto se convierten en termales ya que alcanzan los 60ºC. Un impresionante enclave que es lugar de encuentro para amantes de la escalada, el senderismo, el barranquismo, y además donde es posible realizar paseos en kayak.
Sin duda el Camping San Pelayo y la comarca de Liébana tienen mucho que ofrecer y bien merece instalarse durante unos días y exprimir la experiencia al máximo. Por cierto, no podéis abandonar la zona antes de probar un buen cocido lebaniego
Hasta nuestro próximo Destino Camperàlia.
Let’s Travel.