Callosa d’en Sarrià y Fonts de l’Algar
Con la camper provista de víveres y bien temprano me pongo en marcha por la AP-7 en dirección Altea. Vamos en busca de agua y de un municipio en el que esta discurre con fuerza y belleza dando vida a sus tierras. Os hablo de Callosa d’en Sarrià y sus famosas Fuentes del Algar. Situado al norte de la provincia de Alicante, en la comarca de la Marina Baixa. Me desvío en la salida 64 y tomo el ramal hacia Altea la Vella donde comienza una carretera ascendente que conduce a nuestro destino Camperàlia de hoy.
En el trayecto me encuentro con la señal de la Sierra de Bernia y allí que me encamino. Subo y subo entre pinares y aires marinos provenientes de la cercana costa hasta llegar al parking desde donde se accede a la ruta que llega hasta uno sus atractivos, el Fort de Bernia. Construido en 1562 para prevenir las revueltas de los moriscos y defender la costa de ataques piratas. Esta Sierra comunica desde la antigüedad las comarcas de la Marina Baixa con la Marina Alta y en ella se encuentra un vértice geodésico a 1128m sobre el nivel del mar.
Tras un paseo corto por la zona y el disfrute de las hermosas vistas de la costa retomo el rumbo hacia nuestro destino Camperàlia, el Camping Fonts de l’Algar. Me recibe su dueño, Carlos; un hombre creativo y entusiasta amante de la naturaleza que me cuenta la historia del camping y los atractivos de la zona. Doy mi paseo reglamentario por el recinto y me encuentro con un ala central donde se encuentra el bar, un espacio sumamente acogedor donde la madera y la piedra invitan a sentarse frente a la chimenea y tener largas conversaciones. Allí está Mari –esposa de Carlos–; a quien me encuentro en la cocina literalmente con las manos en la masa. Una mujer amable y risueña que me hizo sentir en casa. Mientras hablamos de la comida típica se nos une Carlos y me cuentan su historia y cómo, hace ocho años impulsados por la crisis, decidieron cambiar el arte de dar de comer por el arte de acoger a viajeros. Fue cuando cambiaron el bar en el centro del pueblo por el camping. Carlos me invita a ver el resto de las instalaciones, así que continúo con mi paseo.
Nada más salir del bar me topo con una amplia zona de picnic con barbacoas enormes e impolutas que deseo disfrutar muy pronto con mis amigos. A cada lado de esta área descienden en escalera amplias extensiones de tierra que asienta las parcelas del área de acampada libre y al otro lado a las campers y autocaravanas. Mis pasos, el sonido del viento colándose entre las moreras que resguardan las parcelas y el trino de los pájaros es la banda sonora que me acompaña.
Disfruto del silencio y la tranquilidad y aprovecho de hacer algunas fotos. Regreso sobre mis pasos y encuentro a Mari en el huerto con las gallinas y los gansos. Me habla del producto estrella de la zona, el níspero, que cuenta con la denominación de origen desde 1992, y me recomienda visitar las Fuentes del Algar y una población cercana llamada Castell de Guadalest, no sin antes ofrecerme probar uno de los platos típicos de la zona, los mintxos. Acepto su invitación y quedo de volver para comer juntos.
Como el sol calienta el ambiente otoñal decido volver a la furgoneta e ir en busca de Castell de Guadalest, uno de los pueblos más bonitos de España y conjunto histórico-artístico desde 1974. Llego tras veinte minutos de ascenso por la CV-755 que se me hace atractiva por sus curvas cerradas y sus vistas. Me recibe un hermoso pueblo encaramado en un promontorio, lleno de escaleras donde el viento se cuela entre sus estrechas calles repletas de comercios donde hacernos de los famosos nísperos, miel y artesanías varias típicas de la zona. Camino y atravieso el túnel que divide el pueblo en la parte baja y la parte alta. Y allí arriba, desde la plaza de San Gregorio, disfruto de unas vistas potentes del valle y el embalse.
Me llama la atención la cantidad de museos instalados en el pueblo. En mi descenso me cruzo con María Encarna quien me invita a pasar al Museo Belén y Casitas de Muñecas y me cuenta con emoción que su familia regenta el museo desde hace treinta años. Me habla de Antonio Marco, el artista que dedicó su vida a construir con abismal esmero esas casas de muñecas. Me produjo fascinación el detalle y sobre todo las horas que dedicó a perfilar cada objeto. Me recomienda comer en el restaurante L’hort, ubicado frente a su museo, donde saborear el famoso Putxero amb pilotes mientras me acompañan las vistas del valle que ofrece su terraza.
El hambre protesta en mi cuerpo y decido dejar la recomendación de María Encarna para otro momento y regresar al Camping donde Mari sorprende mi paladar con el sabor de sus mintxos; una masa crujiente horneada que envuelve la suavidad de las acelgas con toques de atún y chorizo. Quedo embriagada por la mezcla de sabores y texturas. “Esto es lo más típico de esta zona, se hace los días de lluvia”. Durante nuestra comida Carlos comenta con ilusión las múltiples actividades que realizan en el camping según la época del año. Me atrapa la idea de probar la salsa romesco que Mari prepara para su calçotada anual a la que me comprometo ir.
Tras una reparadora siesta en silencio decido ir a pasar la tarde a las Fuentes del Algar que están a cinco minutos andando desde el camping. ¡Qué maravilla de lugar! Nada más acercarme desde el parking hacia la entrada del enclave, que pese a ser público tiene horario durante el que se cobra una módica suma por entrar, el sonido del agua que discurre montaña abajo se hace cada vez más intenso, hasta que me sorprende la mayor de sus cascadas que salpica con su rocío mi rostro. Me quedo embelesada ante la fuerza y la belleza del paisaje y unas escaleras de madera que ascienden y bordean el cauce del río me invitan a continuar el paseo. Es un lugar donde relajarse en temporada baja y un lugar de encuentro y diversión donde refrescarse en verano.
Me cruzo con una pareja que ya había visto en el camping salir de su furgoneta y poner a punto sus bicicletas eléctricas. Me piden que les tome una foto con la cascada al fondo y al ver las bicicletas pienso que es una excelente opción para explorar la zona de cuestas y pendientes que es Callosa d’en Sarrià.
Deseo que hayáis disfrutado y os animéis a visitar pronto este maravilloso destino Camperalia.
Let’s Travel.