Calpe

A este día de abril le ha dado por amanecer encapotado. El golpeteo constante de la lluvia en la carrocería de la furgoneta me invita a moverme en busca de mi siguiente destino Camperàlia. Así que decido ponerme en marcha. Esta vez me decanto por un destino de la costa mediterránea, un lugar donde convergen escaladores, turistas en busca de sol y playa, amantes de los deportes acuáticos y apasionados del senderismo. Una ciudad polifacética que ofrece infinidad de alternativas a sus visitantes. Os hablo de Calpe.

Decido hacer camino por la N-332 seducida por las famosas vistas que, según los lugareños, ofrece esta carretera que transcurre por diversos pueblos de la costa levantina, y no me decepciona en absoluto. Hay mayor tráfico y personalmente no me atrevería a conducir una Concorde por esta carretera, pero con la caracola logro disfrutar del paisaje y la lluvia mientras asciendo y desciendo sus curvas. Para quienes conducen una autocaravana de gran volumen está la opción de ir por la AP-7 hasta la salida 63.

De pronto irrumpe en mi campo de visión una enorme roca que parece emerger de las profundidades del océano transmitiéndome la fuerza de la antigua Atlántida. Se trata del Peñón de Ifach (Penyal d’Ifac), una enorme mole calcárea de 332 metros de altura que fue lugar de asentamiento íbero. Declarado parque natural en 1987 y donde se sitúa un vértice geodésico. El Peñón de Ifach se ofrece como suculento atractivo para amantes de la escalada y el senderismo. A día de hoy tiene aforo limitado por lo que os recomiendo programar la visita y hacer la reserva con un par de días de antelación y, sobre todo, ser prudentes en el ascenso ya que el segundo tramo es exigente. 

Al llegar a Calpe me sumerjo en las avenidas de una ciudad con elevados edificios que ignoraba aún tiene sorpresas para mí, una de ellas, un paraje acuático en medio de la urbe donde diversas especies de aves (entre las que destaca el flamenco común) reposan y se alimentan . Os hablo de Las Salinas de Calpe, una de las zonas húmedas protegidas de la provincia de Alicante, alrededor de la que hay un carril bici y un par de sendas para pasear que os recomiendo disfrutar.

Tras quedarme un rato embelesada mirando algunos flamencos que permanecen apacibles con sus cabezas hundidas bajos las aguas de la salina, disfruto del paisaje pasado por agua que hoy envuelve a la ciudad y decido ir en busca de mi destino Camperàlia para organizar mi pernocta. Echo mano de internet en busca de las coordenadas y observo que hay varias ofertas de camper áreas. Localizo la que será mi destino, el MarySol Camperpark. El GPS me dirige por una urbanización repleta de chalets en la que no espero encontrar una zona de pernocta. Paso por varios supermercados (me alivia saber que los tendré cerca ya que debo reponer víveres) y de pronto, una verja cubierta por un tupido aislante de césped artificial queda frente a mis ojos.

Al abrirla baja de su autocaravana Tako, uno de los socios de este destino Camperàlia, quien me anima a elegir la plaza que prefiera siempre que deje una libre entre los vehículos aparcados (me gusta el estricto cumplimiento que tienen de las medidas de seguridad a causa de la Pandemia).

Tras el checking doy mi habitual paseo por las instalaciones y descubro unas parcelas amplias de grava con toma de electricidad, una zona común donde se encuentra una pequeña piscina y una ducha exterior que con la lluvia de hoy no agradezco pero reconozco su gran utilidad durante el verano. También, rodeando la piscina, una caseta de madera que hace las veces de pequeño bar y que hoy está cerrado a causa del mal tiempo; el bloque de aseos y la lavandería detrás de la que se encuentra la zona de desagüe que más tarde utilizaré para el recambio de aguas blancas y grises.

Tako me comenta que él y Ricardo también regentan otra área de Autocaravanas llamada Mediterráneo Camper y me anima a pasarme por sus instalaciones a conocerlas. Quedo en hacerlo más tarde, ignorando nen ese instante que, cuando lo haga, me encontraré con un área cuidada con ambiente familiar según me comenta Marie, a quien encuentro atareada fregando los platos: «venimos todos los años desde Francia y estamos encantados».

El hambre se hace notar con ruidos en mi estómago y decido ir en busca de un lugar donde darme un homenaje. Tako me explica las vías de acceso hacia el puerto (a tan solo 2 km) y como la lluvia me da una tregua, elijo andar hasta allí bordeando Las Salinas para después recorrer su paseo marítimo con las múltiples playas urbanas desde las que contemplo el imponente peñón.

Sigo andando en dirección al casco antiguo, que se encuentra a aproximadamente 2 kilómetros del camperpark. Me pierdo entre sus callejuelas de fachadas coloridas y descubro que están llenas de cultura, con murales y esculturas y una ruta turística que merece ser recorrida tal como indican en la oficina de turismo.

Llego a la Plaza de la Villa tras bordear la muralla y El Torreó de la Peça y atravesar su arco. Allí me encuentro a Ibrahim a las puertas del restaurante El Arco, donde reservo mesa ignorando el gozo que minutos más tarde me producirán los sabores de la cocina de su hermano Mohamed, y el disfrute que sentiré con la simpatía y el cuidado de Ibrahim con sus comensales. Un espacio acogedor donde la piedra y el buen gusto me hacen sentir en casa. Sin duda alguna volveré y además visitaré, nada más pueda, el otro restaurante que regentan, El Lapsus Bistro, cuya fachada llamó mi atención durante el paseo y del que veo en las redes una más que apetecible variedad de platos que de solo de mirarlos alimentan.

Con el cuerpo y el alma satisfechos de mi experiencia gastronómica y como la lluvia vuelve a apretar, decido regresar a por la furgoneta para explorar la Sierra de Oltà, un enclave inspirador desde donde parten diversas rutas de senderismo y MTB, y en el que se ubica un área recreativa que bien merece ser disfrutada en un día soleado.

Cae la noche y regreso a MarySol Camperpark. Aprovecho para darme una ducha caliente que me permitirá dormir como un lirón en medio del silencio, algo que mi cuerpo agradece.

Aun cuando, como buena ciudad de la costa mediterránea, se espera de Calpe sol y playa, os garantizo que ha sido un disfrute descubrirla en este día pasado por agua. Os recomiendo deteneros a explorarla en profundidad con tiempo y con la calma que se merece, porque tiene mucho que ofrecer y además, en MarySol Camperpark, estaréis de lujo.

Y hasta aquí llega nuestra escapada al destino Camperàlia de hoy. Hasta la próxima ruta.

Let’s Travel


LA PRIMERA PLATAFORMA DE RESERVAS DE PERNOCTAS EXCLUSIVA PARA AUTOCARAVANAS Y CAMPERS

Precio máximo

20€

Pernoctación