¿Cuántos de nosotros pasamos el año anhelando las vacaciones para irnos de viaje? ¿Quién no ha soñado alguna vez con dejarlo todo para viajar? Yo desde luego soy una de esas personas. Siempre he soñado con comprar una autocaravana y recorrer el mundo. Desde que tengo consciencia asocio el acto de viajar con liberación y transformación. Un acto lleno de placer; el placer de descubrir lugares nuevos con su cultura, su gastronomía, sus paisajes y sus gentes. Y lo mejor de todo, la delicia de compartir esas experiencias con las personas que nos importan y así enriquecernos mutuamente.

Quizás por ello durante bastante tiempo ha rondado por mi pensamiento la idea de dar con una fórmula que me permita viajar el mayor tiempo posible. Comencé hace unos años comprándome una furgoneta camper, la caracola, y con ella se abrió ante mis ojos un horizonte de posibilidades y la opción de viajar cómoda llevando mi casa a cuesta. Fue cuando me sumergí con ilusión en el mundo autocaravanismo. Desde entonces mi trabajo se transformó en un medio al servicio de conseguir mi objetivo que es viajar.

Con el cambio vivido por la sociedad global durante estos tiempos de pandemia, nuestra forma de vivir se está transformando a gran velocidad. Los empleos cambian la forma de ser ejecutados. Hemos vivido la necesidad e importancia de detenernos, de ir más despacio y la manera de viajar y de hacer turismo también se han visto afectadas. En busca de opciones para viajar tranquila y segura un día me topé con los chicos de Camperàlia, Rubén y Xarli, unos viajeros emprendedores, amantes como yo del autocaravanismo y del turismo sostenible que aporta valor allí donde va. Con todos estos cambios en mente y tras un par de conversaciones con ellos nació el proyecto que hoy queremos presentaros.

¿Nos acompañáis a compartir ruta?

Let’s Travel!