¿Para qué viajamos?

Esta pregunta, ¿para qué viajamos?, es algo en lo que reflexiono frecuentemente. Para mí no es lo mismo hacer las cosas “por” que hacerlas “para”. El «por qué» de hacer algo denota nuestro motivo para hacerlo, mientras el «para qué» habla del objetivo que deseamos alcanzar tras hacerlo. Tampoco es lo mismo hacer turismo que viajar, pero quizás eso sea algo más complejo de diferenciar y depende de cada quien. Lo que sí está claro es que hay infinitas formas de viajar en Camper o Autocaravana. Hay quienes viajamos en solitario, otros viajan en familia; algunos lo hacen con sus padres o abuelos, otros con sus hijos o sobrinos. Hay quienes aman escaparse en pareja o quienes planean un viaje con los amigos, y algunos van por el mundo en compañía de su mascota, pero ¿para qué viajamos?

Desde la antigüedad la especie humana ha ido transformando su forma de moverse por el mundo. Inicialmente ese movimiento tenía más que ver con la supervivencia, —escapar de depredadores, huir de temperaturas extremas o buscar comida—, que con el placer, la curiosidad o la necesidad de conocer otros horizontes y versiones de nosotros que desconocíamos. Creo que para eso viajamos, para descubrir lugares y personas, culturas y tradiciones, sabores y olores que amplíen nuestra perspectiva y con ello, crecer como seres humanos. De algún modo, viajamos para descubrirnos.

En Camperàlia viajamos porque nos apasiona conocer destinos nuevos y descubrir las historias que hay detrás de quienes los habitan. Viajamos para recordar lo que nos conecta a las personas y reconocernos como iguales, como sencillos viajeros que comparten destinos y experiencias; viajamos para vivirnos como una comunidad que hace de los viajes en Camper y Autocaravana una filosofía de vida.

Nuestra filosofía es compartir con esa amable comunidad los destinos por los que transitamos y mostrar la cara de quienes día a día trabajan duro para ofrecer sus servicios, productos y hospedaje a quienes nos desplazamos con nuestra casa a cuesta. Disfrutamos cuando conversamos con la mujer cuyas manos, con cariño y esmero, dan forma a la masa del pan que comeremos durante nuestro desayuno con vistas a la montaña. Valoramos la ilusión y tenacidad de quien labra sus tierras con esfuerzo para ofrecernos las verduras que más tarde cocinaremos en nuestra furgoneta o que saborearemos tras salir de los fogones del bar del pueblo, ese lugar de encuentro en el que nos encanta sumergirnos y en el que nos sentimos como en casa. Nos entusiasma aprender de la sabiduría de la camarera que regenta el restaurante más recomendado de una ciudad o escuchar a un cocinero describir sus platos con pasión alegría.

Viajamos para saborear los vinos del agricultor de la zona de montaña cuyo sueño siempre fue recuperar una cepa perdida en el tiempo. Viajamos para compartir las historias del ganadero que con orgullo muestra cómo ordeña sus cabras y fabrica el queso que vende a la charcutería del pueblo. Viajamos para impregnar nuestros sentidos del colorido y los sonidos de ciudades grandiosas y conocer a la familia que hace cuatro generaciones fundó la zapatería de aquella esquina. Porque viajar sin conocer esas historias no sería lo mismo. No sabe igual una cereza cuando se ignora las noches que el campesino ha estado mirando al cielo, atento a una borrasca que amenaza con acabar con los frutos de sus árboles o las horas que una mujer ha estado tejiendo la cesta de esparto que adquirimos para ir a la playa. Conocer lo que cuestan las cosas siempre las dota de mayor valor, el preciado valor de lo intangible.

En Camperàlia nos gusta impregnarnos de las historias, leyendas y anécdotas de los lugares que visitamos; de sus gentes y sus tradiciones. Nos fascina perdernos por las sendas de sus bosques mientras aprendemos las propiedades de los árboles, flores y frutos que nos rodean. Nos gusta mojarnos en sus ríos y sentir la libertad abrazando nuestros pasos con la compañía de los lugareños que suelen mostrar con orgullo sus tierras. Nos deleita escuchar con atención a la guía local que describe el capitel de la catedral y nos relata el significado de cada muesca que se aprecia en una fachada, o escuchar el bullicio de los vecinos saludándose mientras compran en el mercado de la plaza.

Por todas esas cosas, a quienes hacemos de viajar un estilo de vida, a veces se nos hace difícil elegir un destino. Muchos echamos mano a internet para decidirlo, otros preguntamos a familiares y amigos referencias de los lugares que han visitado, y otros ponemos en marcha la furgoneta y, con el depósito de combustible lleno, hacemos camino sin saber muy adónde dispuestos a dejarnos sorprender.

Independientemente del destino que elijamos, durante esos viajes hemos coincidido con cientos de personas con las que compartimos nuestra avidez por vivir nuevas experiencias, nuestra curiosidad y anhelo de explorar nuevos rincones. Personas que como nosotros apuestan por un turismo sostenible y una economía circular y colaborativa que aporte valor por donde pasa. Un turismo que invierta en mejorar el destino que visita, que se mueva despacio, sin masificar nuestros montes, pueblos, ciudades y playas, y viaje de una manera que permita compartir experiencias sin prisas, ni agobios, siguiendo los ritmos reparadores de la naturaleza cuando se acompasan con las propias necesidades.

En estos tiempos conectar con nuestra humanidad, con nuestra esencia natural, con nuestras necesidades más genuinas y con la capacidad de sorprendernos parece ser más necesario que nunca. Hemos estado encerrados mucho tiempo, distanciados del mar, de los bosques, los ríos y las montañas; alejados de la majestuosa arquitectura antigua de los pueblos y del apasionado ritmo de las grandes ciudades que también tienen mucho que ofrecer a quienes amamos viajar. Nos hemos visto forzados a separarnos los unos de los otros, y ahora por fin podemos volver a viajar, pero al parecer es imperioso hacerlo de otra manera. Toca hacerlo con consciencia, a un ritmo apacible, respetuoso y responsable, que permita el disfrute de vivir y compartir. En definitiva, en Camperàlia, viajamos para explorar, descubrir y compartir nuestros destinos con quienes aman viajar más allá del turismo y con quienes trabajan en el turismo y, con sus productos, servicios e historias, nos hacen volar.


LA PRIMERA PLATAFORMA DE RESERVAS DE PERNOCTAS EXCLUSIVA PARA AUTOCARAVANAS Y CAMPERS

Precio máximo

20€

Pernoctación